Morir de sueño (de verdad)
Esta es la historia de Victoria Velasco, la «enferma durmiente», una mujer que entró en un profundo letargo el 6 de enero de 1950 y no despertó hasta el 13 de junio, 158 días después. Durante este tiempo la prensa se fue haciendo eco de la noticia. ABC, el único periódico que sale en los resultados de Google al buscar su nombre, habla de ella por primera vez a los 44 días de sueño en un pequeño artículo (del 18 de febrero). En él comenta que «parece que ha recobrado, muy ligeramente, el sentido del oído y hace algún movimiento».
Como sabes, ABC no forma parte del corpus de Aracne: si lo comentamos es porque nos apareció también en una corta reseña del 23 de abril de 1950 en La Vanguardia, cuando Victoria llevaba 116 días de sueño ininterrumpido.
La Vanguardia, 23 de abril de 1950, página 3
Al día 159, cuando Victoria despertó, ABC sacó la noticia brevemente (el 17 de junio) y un par de meses después comentó su mejoría (el 18 de agosto). No volvió a hablar de ella hasta su muerte, en 1955, dedicándole dos extensos artículos en sendos ejemplares (del 20 y 21 de julio) de los que podemos sacar más datos.
Parece ser que veinte días después de despertar volvió a dormirse, aunque parecía mejorar, pues hablaba y recordaba cosas, pero siguió en ese estado hasta que murió, cinco años después. Su marido, Eugenio García, recurrió durante ese tiempo «a todos los medios que la ciencia puso a su alcance», infructuosamente, sin que, al parecer, se llegase a un diagnóstico concreto acerca de la dolencia de Victoria. Estaba ingresada en el Hospital Provincial de Madrid, y llegaron a operarla en el cerebro, «con la esperanza de libertar a alguno de esos minúsculos centros de los que depende todo», pero no se solucionó.
Si ahora no sabemos demasiado sobre el sueño y, en general, sobre el cerebro, imaginemos la situación con la falta de recursos de hace sesenta años:
Hubo coro de doctores —dicho sea sin intención peyorativa—, que esto del sueño no está averiguado todavía por completo y hay tantas teorías para el normal como autores se han dispuesto al estudio. Existe la teoría nerviosa. La del aislamiento de neuronas que corta la comunicación sensitiva... En este caso extraordinario, sueño que dura cinco años y medio, ¿qué conclusiones tendremos?
El caso le proporcionó al periodista Manuel Sánchez del Arco una oportunidad única de lucirse que no desaprovechó:
El sueño patológico, que no lograba vencer ciertas nobles resistencias del organismo fué vencido por la muerte, por la que todo lo concluye en el último suspiro, destruyendo la obra que empezó en el misterio elemental del oviducto.
Según MCN Biografías, Sánchez del Arco colaboró en casi todas las secciones de ABC y se convirtió en uno de los periodistas más leídos de su tiempo. Precisamente en 1955 recibió el premio de periodismo «Luca de Tena» a su trayectoria durante la primera mitad del siglo XX.
¿Qué soñaba la que creíamos insensible? ¿Qué seguía vivo en ella, perdida la aparente sensibilidad? ¿Cómo muerte y vida se dividían el mecanismo de aquel cuerpo, ya entregado a los trabajadores de la muerte?
Aquella llama pequeñita, aquella vida, sumergida bajo la montaña, de una hipnosis extraña, valía mucho. Al fin, se ha extinguido.
Reconoce el periodista que no se hablaba de Victoria desde que parecía que iba a recuperarse. No es noticia que alguien siga igual; es noticia el desenlace: que se cure o que fallezca.
Ya estaba olvidado el caso de la enferma durmiente. La actualidad renueva los temas vertiginosamente y pronto se olvida aquello que más intriga por unas horas, por unos días, por una semana. Ninguna hoja tan caduca como la hoja impresa.
Destaca también la creencia de que al morir estamos en posesión de toda la verdad, y por tanto Victoria supo antes que nadie qué le pasaba. Hoy en día diríamos que se fue sin que nadie pudiera aclararle el motivo de su rara enfermedad.
Desde el despertar de su sueño, ella, dueña ya del gran secreto, sonreirá ante los afanes de quienes estudiaron su caso. Ella, ya lo sabe todo; por aquí, ni aun los doctores.