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Pachuchos puede ser una comida para perros; aguacero, ni gota de agua; y universo, un poema de una línea.
‘Imprimir lentitud a algún proceso’ o ‘disminuir su velocidad’ es ralentizar, no relentizar.
Hay faltas que se han generalizado por el uso continuado pero que no deben pasar desapercibidas para dejar de pegarle patadas al diccionario.
También en diciembre recordamos en un breve artículo cuáles han sido las recomendaciones más vistas del mes.
Lo que no tiene nombre no existe. Por eso es necesario buscar palabras que nos ayuden a definir realidades sociales innegables y cotidianas como el miedo, el rechazo o la aversión a los pobres.
Bob Dylan cantaba que los tiempos están cambiando. Vemos esos cambios en la sociedad aunque no siempre seamos capaces de asimilar las transformaciones que nos zarandean.
Aporofobia es una palabra necesaria para nombrar una realidad terrible. Trabajar para conseguir la justicia social y la igualdad consiste, entre otras cosas, en poner nombre a las situaciones de discriminación y violencia.
El reciente fallo del juez administrativo de Bogotá que ordena a la Alcaldía modificar el lema del Gobierno Distrital ha suscitado toda suerte de reacciones. No han faltado las ridiculizaciones que han llevado a masculinizar y feminizar todo tipo de adjetivo y sustantivo.
Toda la atención la han absorbido las nuevas palabras incorporadas al diccionario y nadie parece haber reparado en la lista de palabras suprimidas.
El Diccionario es un reflejo de la sociedad, sí. Y por eso va por detrás de ella.
La expresión, heredera de la consigna hippy «Make love not war», se convirtió en una audaz marca de los años sesenta.
Desde hace cinco años, la Fundación del Español Urgente (Fundéu) escoge varias candidatas a a palabra del año entre todas las que hayan formado parte de sus recomendaciones diarias.
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