El XVII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo, organizado por la FundéuRAE y la Fundación San Millán de la Cogolla, se desarrolló durante los días 16 y 17 de diciembre. Tras los dos primeros debates del lunes, centrados en el lenguaje de la guerra en el ámbito digital y en el uso de las metáforas bélicas, se celebró el último encuentro de esta edición, titulado «El papel de los medios en las guerras y el conflicto de las palabras».
En esta última jornada, participaron Rosa María Calaf, periodista corresponsal de TVE entre 1970 y 2009; Fran Sevilla, corresponsal de guerra de RNE; Javier Espinosa, corresponsal de guerra de El Mundo, y Pilar Requena del Río, reportera internacional y de investigación de TVE. Álex Grijelmo, periodista, escritor y patrono de la FundéuRAE, se encargó de moderar la sesión.
«La palabra moldea las percepciones y legitima las acciones». Con esta rotunda afirmación comenzó su intervención Rosa María Calaf, quien defendió la necesidad de pararse a reflexionar sobre «cómo se cuentan las cosas». En esta misma línea se pronunció Fran Sevilla, quien aseguró que «la palabra es una herramienta sensible y de gran fortaleza». Por eso, explicó que siempre recurre a la FundéuRAE para solucionar sus dudas lingüísticas, algo que aconseja hacer a sus alumnos.
La irrupción del periodismo como espectáculo fue uno de los temas más comentados durante la sesión, un asunto sobre el que todos los ponentes se mostraron críticos. «La realidad no necesita subtítulos ni música; necesita rigor», sostuvo Calaf.
«La guerra lleva siendo desde hace ya unos años un espectáculo. Acaba siendo más visible el periodista o la periodista que la propia realidad, que las propias víctimas y que lo que está sucediendo», defendió Pilar Requena del Río. Este aumento de los «personalismos», y del «yoísmo», en palabras de Calaf, fue una cuestión que salió a colación en varios debates de esta XVII sesión del seminario. Requena del Río se mostró contundente con este tema: «Termina pareciendo que el protagonista de ese espectáculo es el periodista y que la gente sufriente, las víctimas, son en realidad los figurantes, los extras de un decorado que llamamos guerra».
La instrumentalización de las palabras y su uso en ocasiones como herramienta para la manipulación ocupó un espacio central en la mesa redonda. En este sentido, Pilar Requena insistió en que no hay que evitar la voz guerra y recurrir a otros términos como conflicto o crisis. En su opinión, al elegir unas u otras expresiones al hablar de los demás, «los políticos y los contendientes quieren indicarnos si son o no de los nuestros». Por su parte, Calaf señaló que simplemente elegir a quién se reproduce ya implica una valoración, algo que no siempre se hace por «perversión», sino «por la presión de la prisa».
También se mencionaron los eufemismos y cómo las palabras pueden variar su significado y adquieren connotaciones negativas con el paso del tiempo. Javier Espinosa puso varios ejemplos que ilustran que la elección de un término u otro altera el mensaje que se envía al público. Es el caso de represalia, que se define como ‘respuesta de castigo o venganza por alguna agresión u ofensa’ y que, por tanto, implica que existe un ataque previo que sirve como justificación para ese segundo ataque. Se mencionaron otras voces y expresiones que ya salieron a colación en la primera mesa del seminario («El lenguaje bélico en la era digital»), como daños colaterales.
Por otro lado, Grijelmo preguntó a los asistentes acerca del abuso de los entrecomillados, es decir, de citar de manera textual las palabras de las fuentes. En este punto, los periodistas coincidieron en que hay que reducir el llamado periodismo declarativo. Sevilla añadió que no solo es un riesgo abusar de los entrecomillados, sino también no tener en cuenta con qué intenciones se han hecho esas declaraciones: «Todos sabemos que, evidentemente, quien hace esas declaraciones quiere, a través de nosotros, manipular a la opinión pública».
Igualmente, el patrono de la FundéuRAE dedicó una de las preguntas a la toponimia, una cuestión compleja cuando se informa desde o sobre lugares con una lengua distinta al español y que cuentan, por tanto, con sus propios topónimos. Los participantes coincidieron en que es clave acudir a fuentes como la FundéuRAE para resolver las dudas relacionadas con estos nombres propios y que, además, es necesario que cada medio de comunicación aplique la misma norma en todos los contenidos y unifique la toponimia que quiere utilizar.
Una de las preguntas del debate giró en torno al SEO y al uso de las palabras clave, un requisito habitual a la hora de redactar noticias en medios digitales o para redes sociales. Todos los ponentes aseguraron que, al margen del posicionamiento, se respetan sus textos y su elección de vocablos en las informaciones; sin embargo, Espinosa reconoció que puede haber cierta presión por evitar términos que, para según qué personas, han adquirido ciertas connotaciones de las que quieren huir.
Para concluir, Sevilla quiso dar un último consejo para los estudiantes de periodismo que aspiren a dedicarse a la información bélica: «Hay que estudiar mucho, hay que empaparse».